Los Peces de la Amagura, escrita por Fernando Aramburu,reúne varios cuentos que nacen del dolor, de la angustia, de la soledad de la opresión que vivieron las víctimas y victimarios de la banda terrorista ETA .
Sobre este libro estuvimos hablando en la tertulia literaria del AMPA del Ies Profesor Hernández-Pacheco que coordina Teresa Gómez González, Técnico de la bibliotecas pública de Cáceres.
La tertulia fue abierta por nuestra coordinadora quien presentó el libro, a su autor y ilustró su intervención con una reflexión sobre la lectura basada un su experiencia como sagaz lectora y en la crítica de autores reconocidos como Ricardo Senabre. Fue una intervención, breve y suculenta, ya nos tiene acostumbrados, que fue atropellada por voces neófitas en este campo que se incorporaban esa tarde a la tertulia, nuestros alumnos de 2º de bachillerato, motivados por su profesora Mª José Cano Vinagre, hermana de la repostera de la ilustración de este artículo, Carolina Cano.
Algunos se atrevieron a hacer una reflexión del libro.
Otros, prefirieron seleccionar un cuento, el que más les había emocionado:
Mas no solo se atendió al contenido, sino también a la forma, al análisis de los distintos narradores, primera persona, omnisciente…diálogos, monólogos interiores…es que el libro de Aramburu no solo es testimonio de esta etapa de España que todos miramos desde el horror, el terrorismo, sino que también es un muestrario de técnica narrativa, tanto por el uso de distintas voces narrativas, la variedad del discurso , como por amplitud y mezclas de registros léxicos; la lengua vasca y el castellano se hermanan en un intento de dotar a la palabra su auténtico valor: la comunicación.
También tuvo esta lectura sus detractores, ¿Es cobarde el autor?¿Porqué no se posiciona?…
Hubo tertulianos que se detuvieron a analizar la estructura interna del cuento que da nombre al libro, Los peces de la amargura, donde el autor cierre los párrafos con el estribillo, triste, triste, reflejo de ese estado de ánimo narrativo que contamina al lector y al resto de la narración. Hubo quienes lo compararon con la elegía lorquiana.
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
Se cerró la tertulia con una serie de reflexiones sobre el miedo, la manipulación y el odio que anidan en y entre los personajes de la historias dan vida a una parte de la Historia de España que solo podía ser contada por alguien que conoce cómo se vivió el terrorismo
Interacciones con los lectores