Algo más de un año y medio he sido profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Profesor Hernández-Pacheco, un centro que me acogió como a uno más desde el primer momento y siempre me mostró su apoyo y cercanía. Ahora mi carrera ha tomado otro rumbo y he pasado a dar clase de Literatura Española en la Universidad de Extremadura. El traslado ha sido muy rápido, pero ahora, con mayor sosiego, me decido a escribir este pequeño saludo como agradecimiento a todas las muestras de cariño y a las emocionantes despedidas que me habéis dispensado profesores, alumnos, padres y personal no docente.
La huella que el Pacheco ha dejado en mí, tanto en lo personal como en lo profesional, no es exigua, sino más bien inconmensurable; he aprendido mucho, y cada uno de los 554 días que he pertenecido a su claustro he asistido con la mayor de las comodidades y alegrías. Para mí ir a trabajar no era ningún trabajo, sino momentos de satisfacción por compartir las experiencias con todos vosotros.
Sé, queridos alumnos, que a veces he sido exigente, pero tened la absoluta certeza de que lo he hecho por vuestro bien, y volvería a hacerlo. En este mundo solo se consiguen las metas con mucho esfuerzo, no lo dudéis ni una sola vez. A lo largo de vuestra vida os encontraréis con personas que cuiden de vosotros y con otras que os pongan zancadillas. Sed tenaces y perseverantes con vuestros objetivos y esforzáos para conseguirlos. El único secreto es el trabajo.
No voy a olvidar jamás los buenos deseos y el cariño y respeto que he recibido de todos en mi despedida, ello a través de docenas de mensajes de Rayuela de todos los sectores de la comunidad educativa, de WhatsApp, teléfono, cartas, notas, correos electrónicos, fiestas, sorpresas, regalos… Os puedo asegurar que me acompañarán siempre en mi corazón, donde también permanecerán los inmerecidos aplausos que me dedicasteis en aulas y pasillos, las fotografías que nos hemos tomado y las lágrimas de algunos alumnos, que también fueron las mías. No merezco ninguna de esas atenciones, pero las asumo con muchísimo respeto y cariño.
Echaré de menos vuestra vitalidad, vuestras inquietudes y vuestras preocupaciones. También vuestra profesionalidad, vuestro arrojo y vuestro compromiso docente. Todos los que formáis parte del Pacheco sois ya de mi familia. Por eso este escrito no es una despedida: porque no me olvido de vosotros, y espero que alguna vez os acordéis de mí. En la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres tenéis todos un compañero y un antiguo profesor, un amigo al que podéis acudir siempre que lo deseéis. Estoy a vuestra disposición para lo que necesitéis, no dudéis en contactar conmigo.
No me despido porque pasaré a saludar, a tomar café y a acompañaros. No me despido porque Cáceres es una pequeña gran ciudad, y es nuestra casa común; nos encontraremos en sus calles y en sus plazas. No me despido porque estáis para siempre en mi vida.
Ismael López Martín
Profesor de Literatura Española
Interacciones con los lectores