Felipe Fernández León. Director.
El final del segundo trimestre es muy importante para los centros educativos. Superadas tres cuartas partes del curso, se toman las vacaciones de Semana Santa como un punto de inflexión importante para el último esfuerzo hacia junio. En el caso del “Hernández- Pacheco” es una época especialmente intensa porque concentra, además de las actividades académicas, una buena parte de las actividades extraescolares más esperadas por toda la Comunidad Educativa. Así, las “Jornadas Culturales Valeriano Hornero”, en honor a nuestro añorado y recordado compañero tristemente fallecido, que ya estaban diseñadas en su totalidad con la misma ilusión y esfuerzo de años anteriores; de igual manera, los grandes viajes, que estaban a punto de comenzar: Irlanda, Alemania y Francia tenían toda la organización preparada y las expectativas de los alumnos en su punto máximo. Otras actividades muy importantes para nuestro centro como Mansaborá, radioedu o la propia graduación de los alumnos que terminan sus estudios, también han tenido que detenerse momentáneamente. Y, sin embargo, nada es comparable a la ausencia de contacto con y entre todos. Si hay una imagen insustituible en la educación es, efectivamente, la presencia; esto es, la entrada y salida de las clases, los pasillos resistiéndose a vaciarse, el momento inigualablemente docente de cuando se cierra la puerta del aula, los temidos exámenes en el “Matadero”, las lágrimas y las alegrías por los resultados, el sonido del inefable timbre, las entretenidas conversaciones de café -imprescindibles para evitar los terapeutas-, los gritos en la cafetería pidiendo turno, las quejas eternas de todos y por casi todo… Por eso, denominar “enseñanza no presencial” a este desdichado paréntesis de nuestro curso académico parece, como mínimo, un eufemismo erróneo y desafortunado. A pesar de la incontestable demostración de profesionalidad de los docentes que, en consonancia con nuestra formación y preparación, hemos sido capaces de adaptarnos a una situación inédita en unas pocas horas, la convivencia nunca podrá ser sustituida por ninguna plataforma, por muy moderna y operativa que esta sea. Con todo, los sufridos docentes, a menudo señalados por nuestras propias administraciones, hemos demostrado una resiliencia digna del mejor superviviente, quizá para cerrar definitivamente ese debate arbitrario y mezquino acerca de nuestra idoneidad. Así que, expectantes ante la penúltima instrucción -siempre sin el más mínimo consenso ni la más mínima intención de que así sea- os dedicamos y nos dedicamos este video, magistralmente montado por nuestro compañero Nacho Lobato y cuya única intención es animaros y deciros que os echamos de menos y que pronto volveremos a estar todos juntos. ¡Cuidaos mucho!
Cáceres, abril de 2020.
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